3/9/14

DESIERTOS




Un desierto es un bioma que recibe pocas precipitaciones. Tienen reputación de poseer poca vida, pero eso depende de la clase de desierto; en muchos existe vida abundante, la vegetación se adapta a la poca humedad (matorral xerófilo) y la fauna usualmente se esconde durante el día para preservar humedad. El establecimiento de grupos sociales en los desiertos es complicado y requiere de una importante adaptación a las condiciones extremas que en ellos imperan. Los desiertos forman la zona más extensa de la superficie terrestre: con más de 50 millones de kilómetros cuadrados, ocupan casi un tercio de ésta. De este total, 53 % corresponden a desiertos cálidos y 47 % a desiertos fríos.
Los procesos de erosión son factores de suma importancia en la formación del paisaje desértico. Según el tipo y grado de erosión que los vientos eólicos y la radiación solar han causado, los desiertos presentan diferentes tipos de suelos: desierto arenoso es aquel que está compuesto principalmente por arena, que por acción de los vientos forma las dunas, desierto pedregoso o rocoso es aquel cuyo terreno está constituido por rocas o guijarros (este tipo de desiertos suele denominarse con la palabra árabe hamada).
Los desiertos pueden contener valiosos depósitos minerales que fueron formados en el ambiente árido, o fueron expuestos por la erosión. En las zonas bajas se pueden formar salares. Debido a la sequedad de los desiertos, son lugares ideales para la preservación de artefactos humanos y fósiles.
También se define desierto como un lugar despoblado, no habitado por humanos ni apenas por ser vivo alguno. Según esta definición, también son desiertos los situados en climas más fríos, como el ártico o la tundra.
Gran parte de todos los desiertos del mundo se ubican en zonas caracterizadas por las altas presiones constantes, condición que no favorece a la lluvia. Entre los desiertos de estas zonas están: los desiertos del Sáhara (el más extenso de la Tierra), Kalahari, Namib y del Ogaden en África; los desiertos Arenoso, Victoria en la mayor parte de Australia; los desiertos de Gobi (o Chamō),Kara Kum, Takla Makán, de Arabia, Rub Al Jalí, de Siria, de Judea, Sinaí-Néguev en Asia, y los desiertos de Arizona-Sonora, Mojave, Atacama (el más árido del planeta), de Sechura y los Médanos de Paraguaná en América.
Gran parte de los desiertos se deben a su continentalidad, es decir, su extrema distancia del mar: por ejemplo, el de Gobi y los demás del Asia Central. No llegan hasta ellos los vientos húmedos que provienen de los océanos.
Los desiertos de las costas occidentales del sur de África y de América del Sur se ven afectados por la presencia de corrientes oceánicas frías que provocan baja hidratación en la atmósfera.

 TIPOS DE DESIERTOS
La mayoría de las clasificaciones radica en una combinación del número de días de lluvia por año, la cantidad pluviométrica anual, temperatura, humedad y otros factores. En 1953, Peveril Meigs dividió las regiones desérticas de la Tierra en tres categorías, de acuerdo con el total de lluvia que reciben. Por este sistema, hoy ampliamente aceptado, los terrenos extremadamente áridos son los que tienen por lo menos 12 meses consecutivos sin lluvia, los terrenos áridos tienen menos de 250 milímetros de lluvia anual y los terrenos semiáridos tienen una media de precipitación anual entre 250 y 500 milímetros. Los terrenos áridos y extremadamente áridos son los desiertos, y los terrenos semiáridos, cubiertos de gramíneas, generalmente se llaman estepas.
Sin embargo, la aridez por sí sola no proporciona una descripción exacta de lo que es un desierto. Por ejemplo, la ciudad de Phoenix, en Arizona, recibe menos de 250 mm de lluvia al año, y está clasificada obviamente como desértica. Sin embargo, algunas regiones gélidas de Alaska o de la Antártida también reciben menos de 250 mm de lluvia por año, sin embargo para la percepción común no son desérticas (se trata en efecto de desiertos fríos o desiertos niveles: en ellos la vida superior es muy difícil, pero la evapotranspiración y la posibilidad de encontrar agua dulce es notoriamente mayor que en la clásica noción de lo que es un desierto). Para definir más concretamente un desierto, sea cálido o frío, uno de los parámetros que se utilizan es el del promedio anual de precipitaciones: menos de 500 mm/año suponen una zona semiárida en donde existe mucho estrés hídrico (aunque éste se puede amortiguar si las temperaturas son bajas, por debajo de los 15 °C promedio anual). Otra definición ecológica de desierto es la de una zona que recibe igual o menos de 100 mm/año de precipitaciones y sin la compensación de ninguna otra fuente natural de agua dulce.
Las diferencias de criterios residen en el fenómeno llamado evapotranspiración. La evapotranspiración es la combinación de pérdida de agua por evaporación atmosférica del agua del suelo, junto con la pérdida de agua también en forma de vapor a través de los procesos vitales de las plantas. El potencial de evapotranspiración es, por lo tanto, la cantidad de agua que se evapora en una región dada. La ciudad de Tucson, en Arizona, recibe unos 300 mm anuales de lluvia, sin embargo, pueden evaporarse unos 2500 mm de agua en el periodo de un año. En otras palabras, significa que casi ocho veces más agua podría evaporarse en esta región de la que normalmente cae. Las tasas de evapotranspiración en regiones de Alaska son bastante más inferiores; entonces, aún recibiendo precipitaciones mínimas, estas regiones distan mucho de la definición básica de un desierto: un lugar donde la evaporación supera el total de la precipitación pluviométrica.
Por tanto, existen diferentes formas de zonas desérticas. Los desiertos fríos pueden estar cubiertos de nieve; estos lugares no reciben mucha lluvia, y la que cae permanece congelada como nieve compacta. Estas áreas se llaman comúnmente tundra, cuando en ellas existe una corta estación con temperaturas por encima de cero grados Celsius y florece algo de vegetación en ese periodo; o regiones polares, si la temperatura permanece bajo el punto de congelación durante todo el año, dejando el suelo prácticamente sin formas de vida.
La mayoría de los desiertos no polares se forman porque reciben poquísima agua. El agua tiende a refrescar o, por lo menos, a moderar los efectos del clima en el que es abundante. En algunas partes del mundo los desiertos surgen debido a la existencia de «barreras» a la lluvia: cuando las masas de nubes descargan la mayor parte de su humedad sobre una cadena de montañas, las áreas que se encuentran más allá son áridas porque el aire apenas contienen humedad.
Los desiertos también se clasifican por su localización geográfica y patrón climático predominante, como vientos alisios, latitudes medias, barreras anti-lluvias, costeros, de monzón, y polares. Algunas áreas desérticas antiguas presentes en regiones no-áridas forman los llamados paleodesiertos.





























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